sábado, 24 de marzo de 2012

Presunción desenfrenada

Imagínate un mundo sin tiendas, sin anuncios y sin precios, un mundo en el que no importara nada qué llevases puesto o con qué zapatos llevases esa chaqueta de la temporada pasada, un mundo sin modas, sin temporadas, sin modelos esqueléticas e imposiciones fashionistas. ¿Es difícil eh?

El mundo es como es... las tiendas están ahí y son el simple resultado de la supervivencia económica de una economía de mercado, los anuncios generan consumo y el consumo mantiene los esquemas estables de una sociedad desarrollada. La oferta y la demanda, reglas básicas del mercado, las empresas ofrecen lo que sus clientes demandan y al precio conformado por ambas, al precio que están dispuestos a pagar los demandantes... podría intentar sacar a relucir los conocimientos económicos de los que me acuerdo y dar una mini clase magistral de las economías de mercado a un nivel bastante flojillo, porque no, no soy economista y esque las tiendas en sí ( hablo de las tiendas de moda, obviamente) trascienden a lo económico, se cuelan en una esfera superior a la que me gusta llamar "Psicología humana"


¿Porque compramos? ¿De donde sale esa necesidad que lleva arrastrando a mujeres a la ruina desde tiempos inmemoriales? que nos endeuda que nos engaña,¿ porque nos compramos un vestido rebajado al 50% que ni siquiera nos gusta y que al final nunca nos ponemos?,¿ y esos zapatos por 10€ imposibles de llevar sin acabar amputandote los pies...? Hasta donde necesitamos y cuando empezamos a comprar por comprar, a dejarnos llevar por la genial sensación de sentirte como Julia Roberts en Pretty Woman por la calle.

Las mujeres somos presumidas, esto es así, de toda la vida, desde Cleopatra hasta las gemelas Olsen, desde Maria Antonietta hasta Paris Hilton, todas, todas, es algo innato en nuestra naturaleza y no, no lo podemos evitar... Los hombres no lo entienden, ellos ( la mayoría) entran a una tienda y saben perfectamente lo que necesitan y lo que quieren comprar, hacen en 15 minutos lo que nosotras en 3horas y este es el sentido de toda tienda, de toda moda, de toda temporada y de todo anuncio: La presunción femenina, la necesidad de renovar nuestro atractivo, de ser y sentirnos guapas y de hacerlo ver.
Y que bien te sientes cuando vas por la calle con tus bolsas y mientras caminas piensas en la cantidad de conjuntos nuevos que vas a poder ponerte... que guapa, piensas, era lo que necesitaba. Pero... sabes que a la semana siguiente vas a volver a entrar en otra tienda y vas a volver a necesitar cosas, vas a volver a querer comprar y te olvidas de lo que te gastaste en nosecuantas mil cosas super ideales que necesitabas como el comer, porque ahora vuelves a tener hambre... y a la semana siguiente otra vez ¿hasta donde llega la capacidad de necesitar? ¿No es posible una presunción gratuita?

Las presumidas empedernidas incontroladas acaban arruinadas, comprar se acaba convirtiendo en una obsesión y ya te olvidas hasta del significado de la palabra presumir y de otras cosas muchísimo más importantes. Por eso, la presunción ha de tener sus límites, los nuestros propios, no los que nos impongan, has de saber distinguir entre la necesidad y presunción de comprarte unos zapatos rojos ideales un día de la necesidad compulsiva de comprarte otro vestido igual al de la semana pasada solo porque está rebajado, solo porque no sabes exactamente lo que tienes en el armario, solo porque no piensas con claridad y el consumismo te ciega.




Adoro ir de compras y no, no me imagino un mundo sin tiendas, sin temporadas, sin moda... tampoco estaría nada mal, la vida sería más profunda y menos superficial y es por eso por lo que aunque no exista un mundo así, podemos hacer que exista en cada uno de nosotros y mantener en lo alto de la pirámide las cosas realmente importantes y presumir, hasta donde nos lo permita nuestra liquidez y solvencia no nuestra psicología manipulada por los medios de comunicación.

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