La minifalda, esa prenda a la que tanto recurre la mujer, el símbolo de la modernidad, y el mejor instrumento para lucir unas piernas bonitas, esa prenda tan repudiada y criticada y a su vez tan necesitada y utilizada.
Una prenda que no solo es un arma de atracción infalible para los hombres, es una prenda con mucha historia y con mucho significado detrás.
Existe una amplia gama de minifaldas, las típicas minis vaqueras de toda la vida, las que juegan con tu visión colocadas en la cintura y haciéndole parecer a tu madre que son más largas, con vuelo, sin vuelo, pegadas, de tela, de raso, de seda... múltiples combinaciones, tanto con unas francesitas para ir a la universidad, como con unos taconazos para ser la reina de la discoteca, en ambos casos, atraerás todas las miradas, si, eso si tienes unas buenas piernas esta claro, cada una a buscar lo que más nos favorezca. Una cosa está clara, no hay nada más sexy que una minifalda.
La mujer, siempre cohibida e impedida de ir enseñando determinadas partes del cuerpo, diferentes en distintas épocas, en distintas culturas ( en algunos países árabes es delito llevar una de estas provocadoras prendas ), si, la faldita corta ha ido imponiéndose a los prejuicios y al pudor. Pero a lo largo de los años, el concepto, vamos a decir más bien, la largura de la minifalda ha ido en detrimento, y esto, genera conflictos, no solo los típicos de indignación materna a sus hijas adolescentes porque un poco más y enseñan aquello que el mundo no tiene porque ver, sino conflictos realmente graves en relación al mensaje que trasmites con ellas puestas, o por lo menos lo que personas sin respeto alguno, captan.
Las chicas somos presumida, de toda la vida de Dios, y si tenemos unas piernas bonitas ¿Porque no vamos a lucirlas? hacer que parezcan más largas con un par de tacones de aguja y tu minifalda preferida, vas de vértigo, te sientes divina y deseada... y sinceramente, el sentirse deseada es lo que más ansia una mujer al vestirse, la pura verdad, se viste para gustarse, y se gusta porque sabe que es deseada, y todo se convierte en un circulo vicioso, esto es como la pececilla que se muerde la cola. La moda, las faldas que aparecen en las revistas, su largura, su estrechez, su altura, todo es idea de los hombres, en un concepto erróneo de la mujer, que cuanto más enseñas ( y solo estamos hablando del vestir) más mujer eres, porque más deseada te sientes.
Pero cuidado pequeña ingenua que lees las revistas y no miras más allá. el deseo de un hombre no siempre trae cosas buenas, y la belleza que atrae raras veces es la que enamora. Con una minifalda de las de ahora, es decir, cinturon a medias tintas, vas dando una imagen, una imagen de una chica con unas piernas bonitas, lucidas y unos taconazos, vas diciendo ¡ mírame!, pero a la par, y si no lo contrarrestas, dices ¡Solo te puedo ofrecer esto! Si solo vas buscando ser deseada, no pienses más y olvídate de las consecuencias minifalderas, pero si lo que buscas es ser querida más allá del deseo sexual, replanteate eso de solo gustarte con una minifalda puesta, quizás un poco más larga atraigas más, dejar a la imaginación siempre acaba dando resultado
A parte de eso, muchas personas piensan, que las chicas, al llevar minifalda, vamos provocando, y en eso no les falta razón, es nuestro objetivo, llamar la atención, pero los problemas surgen cuando se malinterpreta esa palabra, enseñar no da derecho a tocar.
No es una crítica, yo misma soy la primera que se pone minifaldas, en su concepto más mini, quizás exagerando y a escondidas de mi madre muchas veces, me gusta lucir mis piernas, pero lucirlas con inteligencia, las excentricidades nunca son buenas y siempre hay que saber donde dejar de enseñar.
Adelante, ponte tu minifalda más bonita y gritale al mundo que te mire.Que vea las piernas tan bonitas que tienes, pero, eso si, aprende a manejar al mundo, porque tu eres mucho más que unas piernas largas, que no se quede ahí y que luego se interese por lo que tienes detrás, por lo que tienes dentro, en tu cabeza, en tu corazón. Valorate tú, que tu mente no sea tan corta como tu minifalda, y sobretodo, ten cuidado al subir las escaleras del metro, y que se vuelva a vivir la imaginación.
Fotografías: Isabel Gómez